Un fallo en el turbocompresor de un vehículo puede generar varios síntomas que afectan tanto al rendimiento del motor como al funcionamiento general del coche. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:

  1. Pérdida de potencia: El turbocompresor ayuda a aumentar la potencia del motor al comprimir el aire que entra en los cilindros. Si el turbocompresor está fallando, el motor puede perder potencia, especialmente en aceleraciones.
  2. Ruidos extraños: Si el turbocompresor está dañado, puedes escuchar ruidos inusuales como silbidos, zumbidos o rascados. Esto suele ocurrir debido a la fricción o los daños en los rodamientos internos del turbo.
  3. Humo excesivo: Un turbocompresor defectuoso puede provocar la fuga de aceite o una combustión incompleta, lo que puede resultar en humo de color blanco, azul o negro. El humo azul suele indicar que el turbo está quemando aceite.
  4. Consumo elevado de aceite: Si el turbocompresor está dañado, puede empezar a consumir más aceite del motor, ya que el aceite lubricante puede filtrarse hacia el sistema de escape o la cámara de combustión.
  5. Fugas de aire: Un turbocompresor con sellos dañados puede provocar fugas de aire en el sistema, lo que afectará la presión del sistema de admisión y reducirá el rendimiento del motor.
  6. Pérdida de rendimiento al acelerar: Si el turbocompresor no está funcionando correctamente, es posible que no responda bien a las aceleraciones y que el vehículo se sienta más lento, especialmente en altas revoluciones.
  7. Presión del turbo baja: Los vehículos con turbo suelen tener un manómetro o un sensor de presión del turbo. Si notas que la presión está baja o no alcanza los niveles esperados, podría ser un signo de que el turbo no está funcionando correctamente.
  8. Testigos en el tablero: En vehículos modernos con sistemas de diagnóstico a bordo, el fallo de un turbocompresor puede activar luces de advertencia en el tablero, como la luz de «check engine» o «motor».

Si experimentas alguno de estos síntomas, es recomendable que lleves el vehículo a un taller especializado para realizar un diagnóstico y evitar daños adicionales en el motor o el sistema de escape. El mecánico extraera el turbo del motor y nos lo enviará para su diagnosis y reparación.

Somos especialistas en reparación.

Estamos equipados con la última tecnología y la experiencia de décadas con los sistemas de sobrealimentación de todo tipo de motores. Nuestros técnicos realizan diagnósticos precisos y ajustados que indican el proceso a seguir para su reparación, la cual se ejecuta a continuación y sin demora. Una vez reparado es sometido a todas las pruebas necesarias en nuestros bancos:

  • Medición de flujo mínimo/máximo.
  • Pulmón vacío.
  • Pulmón presión.
  • Verificación del sensor del pulmón.
  • Verificación del actuador electrónico.

Una vez todos los parámetros están correctos y ajustados garantizamos un resultado óptimo de funcionamiento y el turbo es devuelto al propietario con un juego de juntas nuevo para afrontar un nuevo periodo de servicio en su vehículo.

Naturalmente si no deseas reparar o la reparación no es posible podemos proporcionarte cualquier modelo nuevo que necesites al mejor precio del mercado.

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ATENCIÓN. En un reemplazo o reparación de turbocompresor es necesario cambiar su tubo de engrase por uno nuevo. Esto es fundamental para el sistema pues la fatiga de temperatura y presión a la que se ve sometido el tubo a lo largo del tiempo hace que el aceite sintético de engrase que contiene cree una película plastificada en el interior del tubo imposible de limpiar totalmente y que llenará de impurezas todo el circuito. Todos los fabricantes de turbos son unánimes en este consejo pudiendo invalidar la garantía si no ha habido sustitución del tubo. Puedes descargarte nuestras instrucciones de montaje aquí.